Si la nota dijese:
no es la nota la que hace la música,
no habría sinfonía.
Si la palabra dijese:
no es la palabra la que hace la página,
no habría libro.
Si la piedra dijese:
no es la piedra la que hace el muro,
no habría casas.
Si la gota dijese:
no es la gota que forma el río,
no habría mares.
Si el grano de trigo dijese:
no es el grano el que forma el campo,
no habría pan.
Si el hombre dijese:
no es un gesto de amor
lo que puede salvar a la humanidad,
no habría nunca más: ni paz, ni justicia,
ni felicidad sobre la tierra.
Como la sinfonía tiene necesidad de cada nota,
como el libro de cada palabra,
la casa de cada piedra,
el mar de cada gota,
el pan de cada grano,
así Dios y los hermanos
tienen necesidad de mí,
de todos mis gestos únicos e insustituibles.
Que así sea.