“Solo se conoce lo que domestica -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, domesticame!”. -“¿Qué hay que hacer? -dijo el principito. -Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así en la hierba.

Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca… -Adiós -dijo el zorro-. Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. -Lo esencial es invisible a los ojos -repitió a fin de recordarlo. -Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante. -Es el tiempo que he perdido en mi rosa… -dijo el principito a fin de recordarlo. -Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro- Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.»