“Hay que ampliar lo humano, hasta el límite de todo lo que conocemos. La ciencia histórica, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta esta parte, justamente lo que ha hecho es aumentar enormemente el caudal de nuestro conocimiento de las formas históricas humanas para reconocernos a nosotros hoy como seres civilizados también en la humanidad del salvaje.

Es decir, ciertos planteos que podían hacer por ejemplo los primeros conquistadores sobre la humanidad de los indios, hoy nos parece a nosotros lesivas de la dignidad humana. Sin embargo, en aquella época esto era una cuestión, porque el modelo europeo era aquel que definía lo humano. Hoy nosotros estamos en esa situación. La idea de lo humano es mucho más amplia, y la universalidad de lo humano se concentra justamente en la esencialidad de lo humano. Y es una gran tarea de la filosofía definir que es lo que esencialmente caracteriza al H, y aquello que sería reclamado por todos los hombres y a lo cual nosotros deberíamos darle cabida.

Toda la ingeniería genética nos lleva a la misma pregunta, es decir todos los reemplazos de órganos y de trabajos sobre la estructura íntima, celular de las personas. ¿Hasta donde están afectando lo que el H realmente es, y que está más allá de eso?. Más allá de ese conjunto de tejidos biológicos que nos constituyen desde un punto de vista solamente material.”